Asistimos a la eclosión de las pequeñas máquinas voladoras. A veces no tan pequeñas. Las vemos como juguetes tecnológicos. Llamativas maquinitas de algunos rotores, con baterías, radiodirigidas. En las últimas campañas de regalos generalizados, demanda masiva y creciente entre todos los tipos de juguetes tecnológicos. Y a veces no tan juguetes. Hay algunos que supervisan los cultivos, buscan a los excursionistas extraviados, vigilan el tráfico en autovías, espían …. Y algunos ni son pequeños, ni son juguetes; señalan objetivos de guerra  o resuelven el lanzamiento de misiles sobre el blanco enemigo. Y todo ello movido por un piloto, lejano, que no despega los pies de la tierra.

En nuestro hablar cotidiano empezamos a conocer a tales ingenios voladores por un vocablo inglés, “drone”. Aunque algunos lo traducen, con impropiedad, como abejorro o moscardón, en zoología, el “drone” es una abeja macho – rechoncho, peludo y zumbón – cuya única función es aparearse con la abeja reina. Nada que ver con la laboriosa abeja obrera, que va y viene transportando polen en una modélica cadena logística. Pero vistas las expectativas que se depositan en estos artilugios, nos resultará difícil llamarles – con términos de connotaciones despectivas – abejorros, moscardones o zánganos, Y nada más inapropiado que extender este último término aplicando sinónimos hispanos como holgazán, inútil, etc.

Otros nombres han surgido también en el área shakesperiana. UAV, “unmanned aerial vehicle”; RPA, “remotely piloted aircraft”; RPS, donde la S de “system” puede llegar a suponer hasta su integración en un sistema de armas. También podrían intentarse acrónimos castellanos, p.e.: SPR, “sistemas pilotados remotamente”; ASP, “aeronaves sin piloto; etc. Estos últimos de muy incierta fortuna literaria.

Tras estos volátiles, existe siempre un piloto remoto – humano –  que ejecuta o modifica un plan de vuelo: ruta, altura, velocidad, etc. Más allá – en la línea del taxi, metro o tren sin conductor – se sitúa el vehículo autónomo: AAV, APA, … que reemplaza al piloto o manipulador humano por una ruta tallada en el silicio de una EPROM o similar. Un zángano con una sola ruta, la genéticamente programada.

La fascinación que causan estos vehículos los hacen aparecer como extremádamente útiles, último grito, o como un quijotesco bálsamo de Fierabrás. La perspectiva logística no es ajena a esta predisposición. Algunos ya ven como, cada mañana, por la ventana de su casa, penetrará el drone  de las 08:20 para entregarle el pan del día; el periódico, eso sí, por la interred.

Ante estas perspectivas, cabe plantearse cómo estos dispositivos pueden suponer un replanteamiento de dos clásicos de la logística: el transporte aéreo de carga y la logística de la “última milla”. Explorar este espacio parece una aventura conveniente y atractiva. Un enfoque sistémico de una exploración de este tipo requiere plantearse cuestiones tales como:

fiabilidad de funcionamiento de los artilugios voladores.

robustez del enlace de guía y mando de operaciones con el puesto remoto de pilotaje.

cartografía para el trazado de planes de vuelo seguros y eficientes.

seguridad en relación con otros pobladores – avifauna, aerostatos y aerodinos –  del espacio aéreo.

espacio tierra y espacio aire accesibles de pleno derecho y con adecuada seguridad y sus servidumbres.

inevitable marco legal.

servicios económicamente demandables y servicios – seguros, eficientes y sostenibles – ofertables.

características físicas y desempeño dinámico de los aeromóviles en el espacio físico y tecnológico habilitado.

etc.

La anterior enumeración temática es un programa de trabajo, incompleto, de especial actualidad e interés visto desde la perspectiva logística. Su alcance por niveles puede ir desde la insinuación temática ya apuntada – ideal para un foro como éste – a niveles académicos de TFG y TD o proyectos de investigación.

Así que en este medio, y sobre estos zánganos con potencial logístico, será donde iremos desgranando  “insinuaciones” sobre cuestiones que, se espera,  sean pasarelas hacia los otros niveles de profundidad.

Hasta la próxima entrega.

 

 

Francisco de Paula Salazar de la Cruz. Transporte Aéreo y Aeropuertos. Grado de Logística y Negocio Marítimo.

Fuente de la imagen: Blog de Logística.