Parece ser que la tasa turística no se aplicará hasta pasada la temporada de verano. Sábia y lógica decisión al dejar que las empresas turísticas tengan unos meses para reaccionar y cambiar sus estrategias.
Las reuniones se van sucediendo y con este margen que ha dado el gobierno catalán, dará tiempo para que las negociaciones vayan acercando posturas y conseguir una puesta en marcha menos traumática de la tasa.
En lo que sí parece que todo el mundo está de acuerdo es que la tasa, de aplicarse, se invierta en el destino, en promoción y recuperación del entorno, consiguiendo que no se noten tanto los recortes en estos apartados.
Es cierto que la tasa puede llevarnos a cierta desventaja competitiva ante otras destinaciones, pero sólo en las que utilizan estrategias de ofertas continuas para su comercialización. La discusión de la tasa entre los diferentes destinos, ha puesto en evidencia las diferentes estrategias existentes en Catalunya. Mientras unos la ven como un mal menor, para otros es el fin del turismo. Mientras unos basan su estrategia empresarial en trabajar los valores de su establecimiento, otros trabajan la oferta comercial continua basada en el precio. Mientras unos tienen objetivos de futuro, otros viven el presente intentando sobrevivir día a día sin un objetivo claro.
La tasa aplicada por categoría, como parece que se va a aplicar, hará reflexionar a más de un hotel y termine rebajando su categoría, sobre todo aquellos que hasta hace poco eran de categorías inferiores y aumentaron sus estrellas sin adecuar calidad ni precio.
Todo está en manos de nuestros representantes y de la Generalitat. Por cierto, las Asociaciones de Girona culpan a Barcelona de negociar por su lado los flecos de la tasa